Tratamiento y prevención

 


En la época de la pandemia no se tenía a ciencia cierta algún procedimiento cierto y eficaz en la prevención y tratamiento de la enfermedad, sin embargo habían indicios claros de que la observación y experimentación de algunos  procedimientos como el distanciamiento de personas enfermas era más que obvio.

En la época en que se presentó la gran pandemia evitar inhalar el aire corrupto era una de las recomendaciones más repetidas durante la pandemia  ya que pensaban que la peste era causada por la corrupción del aire.  Otra recomendación era evitar los baños, pues hacían abrir las porosidades del cuerpo por las cuales entra el aire corrompido, otra era comer poco.

 En el año de 1348, la Facultad de Medicina de la Universidad de París indicaba que para evitar el contagio se debía quemar gran cantidad de incienso y flores de manzanilla, no tener relaciones sexuales o ingerir una dieta en la que no hubiera volátiles, carnes grasas y alimentos excitantes Los tratados españoles, por su parte, evitaban salir de casa y tener contacto con otras personas, así como acercarse a lugares sucios, a los cuales se debía acceder oliendo un pañuelo impregnado de vinagre y agua rosada. Otro de los remedios contra la enfermedad eran las sangrías. Consistía en extraer hasta medio litro de sangre al paciente mediante las famosas sanguijuelas o con incisiones mediante el bisturí porque se consideraba la sobreabundancia de sangre como una posible causa de enfermedad y creían que al eliminar la sangre mala se extraía una sustancia llamada “pituita” que era la que provocaba la fiebre. El principal acto de prevención para evitar la peste era el de huir de las áreas donde había los mayores brotes de la enfermedad. También lo más común era el aislamiento del enfermo, las cuarentenas y la aplicación de reglamentos sanitarios.

Los médicos durante la peste trataban a los enfermos con una vestimenta muy peculiar que consistía en una larga túnica y una máscara picuda. El atuendo incluía un abrigo revestido de ceras aromáticas, unos calzones dentro de las botas, una camisa metida dentro del pantalón, un sombrero y guantes de piel de cabra. El sombrero incluía anteojos y una máscara con una nariz de 15 centímetros en forma de pico. Usaban esta vestimenta para protegerse de las “miasmas” que causaban la enfermedad. Para evitar a las  "miasmas", llenaban las máscaras con triaca, una elaboración de más de 55 hierbas, polvo de víbora, canela, mirra y miel.

En realidad, estos trajes y máscaras no eran efectivos para proteger a los médicos aunque atribuían  a que fuesen reconocidos a simple vista por todos.

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